miércoles, 17 de noviembre de 2010

Roberto Carlos


A muchas personas quizá les cause conmoción el nombre de Roberto Carlos. Tienen razón, la historia y las canciones están ahí, recordándonos que hay cantantes que merecen la ignominia. Sin embargo, en nuestra –incansable- labor de antrología musical nos topamos con gratas sorpresas y estamos ante una de grandes magnitudes. En el año de 1965, el susodicho grabó el disco “Canta para a juventude” una colección de pequeñas piezas que se mueven entre los ritmos del viejo rock and roll y la onda yeye, canciones que bien podrían servir para armar un guateque y cantonear los cuerpos juveniles al compás de ritmos viejos y alegres. Inspirado en no sabemos qué, Roberto canta y nosotros le alabamos en este disco irrepetible y, en este caso, imprescindible.

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