Existen artistas inclasificables, personajes a los que la historia coloca etiquetas y que son recordados como “el rey de”, “el padre de” y demás menudencias. Es el caso de Dámaso Pérez Prado. Ligado de forma intrínseca al mambo –del que se considera su máximo exponente-, la versatilidad del cubano es una asignatura musical pendiente de la cual se puede aprender mucho. Partiendo de la rumba y la salsa, Pérez Prado ideó una serie de ritmos que plasmaría en discos de poca repercusión comercial y que incluso podrían considerarse como atrevimientos para un artista de su categoría. “Voodoo Suite” es una muestra de ello. Grabado en 1954, nos ofrece una serie de canciones impregnadas de mambo, free jazz y percusiones africanas que parecieran crear una atmosfera oscura, que envuelve y que irreductiblemente nos arrastra a escucharlo de manera nocturna, porque a medida que suenan las trompetas, se relaja el cuerpo y se comparten confidencias. Algo único en su especie, por aquí lo encuentras.
La música es uno de los pocos ámbitos donde realmente se puede vivir la libertad de expresión. La música sigue siendo el espectro de lo posible. En un tiempo en donde todo está corrompido por las leyes del mercado, sorprende que la angustia no explote del todo. La música es lo único que puede salvarnos, es por ello que la Carne Radioactiva le trae montones de buenos discos para bailar, pensar, llorar y disfrutar a raudales. Porque ya se sabe, incluso lo dijo Nietzsche: sin la música la vida sería un error; sólo la música hace invisible la realidad y corpóreo lo espiritual; sólo la música permite viajar hasta lo eterno y regresar. No seas rata y apoya a tus artistas favoritos comprando sus discos (esta es la típica coletilla para defenderme por si algún día me llevan a juicio; cosa que prefiero a quedarme sin compartir lo que se ve por aquí). ¡Se aceptan peticiones!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario